El final de Mubarak es cuestión de horas….

02/Feb/2011

Revista Horizonte, Maximiliano Borches

El final de Mubarak es cuestión de horas….

01/02/2011 por: Maximiliano Borches (Desde Buenos Aires)
Ante los hechos que tienen a Egipto – y cada vez a mayor parte del mundo árabe- como principal protagonista por estos días- desde “HorizonteWeb”, decidimos hacer un impase en nuestro período vacacional, y acercarles a nuestros lectores un análisis político de los mismos. Sin lugar a dudas, el mundo árabe –y las sociedades musulmanas, luego- comenzarán a cambiar tras años de gobiernos autoritarios que poco o nada ofrecieron a sus pueblos. Las principales amenazas para Israel, y otros temas, son analizados en el siguiente artículo.
Tras gobernar de manera autoritaria durante los últimos treinta años, el gobierno del presidente autócrata Hosni Mubarak, pende de un hilo tras la espontánea y decidida manifestación popular y la quita de apoyo occidental y de su propio ejército.
El presidente autócrata Hosni Mubarak, accedió a la presidencia de su país, Egipto, tras el asesinato de Anwar El-Sadat, artífice junto al primer ministro israelí Menajem Beguin, del acuerdo de paz firmado por ambas naciones en 1979. Hasta el momento de producirse aquel magnicidio, Hosni Mubarak cumplía la función de vicepresidente. Una vez arribado al poder, Mubarak intensificó las relaciones con Estados Unidos y otras potencias occidentales, y valiéndose de este apoyo –aprovechando además el contexto internacional de aquellos años: revolución teocrática en Irán, invasión siria al Líbano y guerra civil en el país de los Cedros, surgimiento de Hezbollah, guerra Irán-Irak- Mubarak creó, bajo el amparo de Occidente, los mecanismos necesarios para perpetuarse en el poder sin recibir demasiadas críticas por ello. Desde entonces, el silencio de las principales democracias del planeta, ante la permanente violación a los Derechos Humanos en Egipto, como así también el amparo a las diversas trampas electorales que reiteradamente le adjudicaban la reelección presidencial, hicieron de Egipto; el país más populoso del mundo árabe y de mayor importancia estratégica, un “oasis” para los intereses inmediatos de Occidente –y en particular de Estados Unidos- en la región. Una de las principales causas, o excusas, para que las potencias occidentales hayan hecho la vista gorda ante los diversos atropellos cometidos contra la sociedad civil egipcia durante estos últimos treinta años, es la existencia y popularidad de la denominada “Hermandad Musulmana”, uno de las primeras agrupaciones radicales islámicas –fundada en 1928 por el maestro Hassan el Banna- que sirvió de inspiración para la creación de diversos grupos terroristas, como por ejemplo el grupo palestino Hamas.
Como ejemplo del apoyo recibido por Washington –hasta estos días de revuelta popular- cabe recordar la visita que hiciera el mandatario estadounidense Barak Obama, en 2009 al Cairo, donde, tras pronunciar un histórico discurso en la Universidad coránica de Al Azahar, dijo que “Mubarak es la garantía del orden democrático de Medio Oriente”, tras lo cual, la despedida de Obama se realizó una vez firmado un convenio que establecía la transferencia de distintos tipos de armamento por más de 3.000 millones de dólares.
Posibles escenarios
La revuelta popular tunecina, que acabo con 23 años de dictadura de Zine Al Abidin Ben Ali, marcó el inevitable destino que les queda por transitar a los gobiernos autocráticos del mundo árabe. El efecto dominó que produjo esta revuelta popular tunecina, tuvo sus efectos inmediatos –por ahora- en Yemen, Jordania, y –con mayor intensidad- en Egipto.
Si bien son varios los grupos de poder que pugnan por encabezar la revuelta egipcia, Occidente e Israel, en particular, están a la expectativa de que no sea la “Hermandad Musulmana” –quienes pugnan por construir un Egipto islámico/teocrático y que tiene fuertes vínculos con Hamas- quien termine encabezando un futuro gobierno. En términos políticos, un gobierno de la Hermandad, en el país más poblado del mundo árabe y por el que pasa –a través del Canal de Suez- gran parte del petróleo y otros productos baratos desde Asia a Europa- desencadenaría una ola de revoluciones islamistas en todo el mundo musulmán –no sólo árabe-
Sin lugar a dudas, este el principal peligro que podría enfrentar –aunque hipotéticamente- Israel, en esta nueva etapa de cambios políticos en el mundo árabe. Por tal motivo, y teniendo en cuenta que el ejército egipcio decidió no reprimir –lo que demuestra que el gobierno de Mubarak transita sus últimas horas en el poder- y el ex director del programa de nuclear de Naciones Unidas (AIEA, según sus siglas en inglés) Mohamad Al-Baradai –que goza de buenas relaciones con Occidente- se propone encabezar un gobierno de transición, tanto Israel, como el resto de las potencias que comparten intereses con Egipto, deberían apoyar la creación de dicho gobierno transicional, que a las claras, se visualiza como la mejor respuesta para intentar destrabar el conflicto político/social que podría derivar –sin una respuesta inmediata- en una anarquía aún peor.
El mundo árabe comenzó a cambiar
Un fantasma recorre el mundo árabe, y el sonido de sus cadenas demuestra el hartazgo popular hacía las diversas dictaduras (muchas de ellas apoyadas por Occidente) que hace tiempo, no brindan respuestas a la acuciante situación socioeconómica que les toca transitar a las mayorías populares de aquellos países.
A partir de ahora, habrá que estar muy concentrado ante estos cambios, para que no deriven –como en el caso de Irán- en dictaduras aún más feroces que –además de subyugar a sus pueblos- ponen en peligro cierta estabilidad mundial por sus deseos teocráticos.
El cambio es una realidad, apoyar a (ahora) antiguos dictadores, es un error político que claramente ayudaría a los sectores mas oscurantistas de las sociedades musulmanas, a alzarse con el poder.
Solamente el entendimiento de estos tiempos de cambios, y el apoyo absoluto para que los mismos se produzcan con mayor democracia y respeto a los diversos sectores del complejo mosaico ideológico árabe, es la solución –al menos en esta etapa- para que,a futuro, se puedan seguir construyendo los necesarios puentes de diálogo que hacen al respeto y la paz mundial.